Es importante asumir que una RED es una respuesta colectiva y organizada a preguntas, condiciones y aspiraciones individuales, pero su surgimiento inicia como respuesta a vacíos específicos del entorno social y colectivo.
Nuestro objetivo es lograr en un período no mayor a dos años la conformación de REDES para la prevención del cáncer y demás padecimientos crónico degenerativas en el ámbito local, nacional e incluso -por razones humanitarias y el más elemental sentido de solidaridad- más allá de nuestras fronteras, con un perfil preponderantemente ciudadano, poseedoras de un arraigado sentimiento de solidaridad social, susceptible de movilizarse en torno a causas genuinas de interés colectivo.
Nuestras REDES –convertidas a su vez en células sociales para la prevención del cáncer- serán una respuesta precisa, puntual, colectiva y organizada para generar sinergias eficaces con las cuales construir una acción transformadora.
Estas REDES habrán de propiciar liderazgos múltiples cohesionados a través de la equidad, el desarrollo de empatías, compartiendo intereses y aún necesidades como condición de vida.
La metodología básica para la prevención considera la actitud y la predisposición emocional y mental del individuo frente al padecimiento. Los pasos y la secuencia a cubrir en el proceso de preparación y capacitación del individuo son:
- Sentido común
- Sentido de la razón
- Desarrollo mental
- Manejo de la inteligencia emocional
- Formación de valores
- Desarrollo espiritual
De lo que se trata es de aprender nuevos y mejores estilos de vida a partir del desarrollo de capacidades que permitan establecer conexiones con estados superiores de conciencia que produzcan, en el individuo, equilibrio, armonía y sintonía como condición de bienestar y vida. Aprender a razonar el mismo, aunado al conocimiento de los agentes que lo propician y de las defensas naturales de que dispone toda persona, se convierten en los factores clave para propiciar una cultura de la prevención.
El trabajo disciplinado de la mente, el pensamiento positivo, la actitud proactiva, el manejo de las emociones, el control del estrés, la serenidad constante, la adquisición de buenos hábitos, la fe, la confianza en sí mismo y, finalmente, la comprensión cabal de la condición trascendente del individuo, representan elementos centrales en el proceso de aprendizaje y capacitación.
Por supuesto que el desarrollo físico del individuo, el manejo de una adecuada alimentación y un entorno no nocivo continúan ocupando un lugar prioritario en dicho proceso.
Multiplicar este esquema de aprendizaje en poblaciones previamente seleccionadas y demostrar con ello las bondades de la metodología utilizada, constituye el punto de quiebre necesario para conformar modelos factibles de replicarse, tanto en el campo de la prevención del cáncer como en lo correspondiente a otras padecimientos crónico degenerativos.
Nuestro Plan Universal para la Prevención del Cáncer solo será garante de una nueva cultura de la prevención si con él se sustituyen las añejas concepciones para el cuidado de la salud por los nuevos paradigmas de la prevención, en la medida que concurran a tal fin una sociedad en movimiento apuntalada en la detonación simultánea e integral de las estrategias descritas de manera enunciativa no limitativa en esta propuesta.